domingo, 14 de febrero de 2021

MÁS ALLÁ DE LA MATERIA.

Un sueño.
Mi realidad es un sueño,
y ya no es amargo,
ya no es mi negrura interior,
ahora soy mitad
y siendo mitad soy todo.

Vivo en las pasiones certeras,
habito en la calidez amable,
mi cobijo son tus brazos
y mi reposo es tu beso.
¿Dónde estabas en los ayeres mortales?

Tu respuesta es una mirada,
y tú, aun inocente, la bondad.
Apagas no solo mi sed,
sosiegas mis agobios,
apaciguas mi inquietud
y de ti vivo
y de ti, me alimento.

Junto a ti aprender,
¿qué son los nombres sin ti?,
contigo sé que son personas.
Contigo sé que calor,
más que concepto, más que fonética,
es una sensación,
sin ti, inconcebible,
sin ti no sabré lo que son las cosas.

Y aprender lo que se olvida,
a amarte.
A ser, si tú me necesitas, roca,
a darte si tú lo pides, calma.
Sabré retirar tus penas como espuma,
y frenar un viento en tu alma,
llamar a la nube borradora de tristezas,
ser para ti hombre, 
hombre y nunca macho.

¡Anda!, viérteme dentro de ti,
enreda mi aliento con tu pelo,
descúbreme, rompe mis normas,
cautívame con tu complicidad,
y algún día levántame amante.

Quizás busque tu piel,
y no la sienta.
O busque tus ojos,
y no los vea,
porque lea tu mirada,
porque me acaricie tu alma,
ande tras tus pasos,
y no los alcance,
sin darme cuenta de que nunca me dejan.
Mire tras tus lágrimas,
y no me mojen;
sin embargo, en su baño,
encontrarte.

Detrás de tu piel, de tu cabello,
del hogar de tus pechos,
del anhelo de tus labios,
no encuentro materia.
Te hallo a ti.
A ti.


M

Mil veces en los últimos mil días,
mil veces, te he mirado.
Una, al menos una vez, por cada otra
en la que no pude, no supe, mirarte.

Te he mirado a escondidas, 
huidizo, en silencio, indigno, 
cuando, sin verme,
atendías el teléfono, 
cuando a mí lado dormías,
en los momentos en que te abandonas de mí.

Buscaba mil motivos,
mil razones, 
y he visto, 
mil razones en tu rostro, 
mil motivos en tu piel,
mil motores en tus manos.

Y encontré las mil razones,
en mil miradas, en mil días,
de mil miradas furtivas, 
para enamorarme mil veces mil.

sábado, 2 de febrero de 2019

CREDO DE LA MIRADA

Creo en tus ojos,
no lo dudes,
creo en ellos más de lo que creí en nada.

Creo en su círculo perfecto,
en sus diferentes anillos
y en sus tonos ocres y pardos de café.

Creo en el núcleo negro de tu ojo izquierdo,
y en el negro núcleo de tu ojo derecho,
en el negro fondo de ese núcleo,
el que lleva a un alma blanca,
profunda y plana,
con algún color de esmeralda,
como el que rodea tus ojos,
como el que pinta tu mirada.

Creo en tus ojos,
porque no creo en tus gestos.
Creo en tus ojos,
porque sé que cuando no los miro,
me miran, me empujan,
a la mirada, a la creencia,
al perdón por los desaires,
al perdón por ser tuyos,
por ser los ojos de alguien,
a quien mis ojos,
mis gestos, mi credo, no le dicen nada.

Creo en lo imposible,
y se ha dicho:
en un ojo pardo,
rodeado por un verde anillo,
con una negra pupila.
Creo en ese ojo,
y en su gemelo.
Creo en ellos como creí en Dios,
en un dios inaccessible,
cruel, vengativo.
En un dios que me decían que me miraba,
siempre, immortal, evieterno.

Y así siento yo tu mirada,
eterna, cruel, permanente,
de ausencia, de desprecio.

Y así creo yo en tu mirada,
en la oculta mirada de tus ojos,
en la ocre mirada miriada de un verde imaginario,
que desdice a la voz de adiós de tu boca,
al gesto indiferente de tu cuerpo,
con una profunda y coqueta dilatación,
imperceptible, enorme,
balcón que conduce a tu piel,
a tu lecho, a tus senos.

Y así creo yo en ellos:
tus ojos, tu lecho, tus senos;
porque nunca, sin tus ojos,
existirán ni el balcón de tu alma,
ni la escala hacia tu lecho.

Porque yo creo en tus ojos.
Lo juro.
Creo en ellos porque ellos no me ven.



viernes, 19 de enero de 2018

SIN NOMBRE

Los asesinos no tienen nombre.
El metal de sus triángulos escalenos,
la argentina bala certera,
los filamentos rugosos de la soga,
su marinero nudo,
no tienen nombre.

El sucio tendero de muerte
posee un catálogo sin nombres,
un muestrario de daños,
un recetario de heridas
al que asoman, frías,
heridas púrpuras en blancos pechos,
cráneos huecos y cárdenos,
entrañas divididas, lacerados hombros
y manos cercenadas;
horrores, horrores, horrores...
sin nombre.

La triste, hermética, aséptica, funeraria
tiene una página web,
triste, hermética, aséptica;
una lista de soles y de nubes,
de tierras y de urnas,
con un código oculto,
de llorosas madres y padres temblorosos,
de hermanos mudos,
de cervezas olvidadas sobre la mesa,
de ristras de pastillas de colores,
y estas, estos, esto existe sin nombre.

Los asesinos siguen sin nombre
mientras la tierra del camposanto
añora al viento arisco que mece las cenizas,
al vendaval mágico,
a la lluvia incansable madre del lodo,
barro eres, del barro nacerás,
susurran las plañideras,
y con ese golem sueña la tumba,
acostada con una lápida sin nombre.

Tu nombre sí es un nombre,
tu nombre sí tiene nombre,
le da nombre a tu rostro,
y al leve olor a ti dejado en la almohada,
le da nombre al innombrable vacío del sofá,
al lugar de la mesa donde se sentaba tu nombre.

Los asesinos no tienen nombre,
tu nombre apaga sus nombres,
tu sueño esconde sus iras,
tu adiós lleva tu nombre,
y lo susurra al viento,
lo acuna al alba
y lo protege con silencio.

No pronunciaré tu nombre,
no te llamaré más en voz alta,
para que tu nombre no se manche
con la plata y el metal mortíferos.
No te llamaré más en voz alta,
para que tu nombre viaje,
allá donde viaje,
libre de nombres.

viernes, 29 de septiembre de 2017

EL FUTURO DICTADO.

Es etéreo el recuerdo de la espera,
tortuoso, vapor de sueño,
hasta alcanzar tus espirales.
Cada noche fue una muerte,
que ahora ha mudado en insomnio,
en estudio sobre un lienzo de algodón,
bajo el flexo de la luna,
para aprenderte.
El segundo resbaladizo ha sido vencido,
la flecha del tiempo
y el pasado inventado,
se funden en lo eterno.
Amamantaste mi desdicha,
y yo de ella bebí,
construyéndote en cada giro,
anotándote en cada palabra.
Amándote en cada poema,
mi camino se fue enderezando.

Etapas, estaciones, viajes.
Cada vagón era un infierno,
cada acompañante una rémora.
Cualquier oscuridad, perderte.
Un tren infinito cruzando la tundra,
era el infinito de mi alma.
Castigada, desterrada.
Un purgatorio voraz.
Un luz proyectada tu deseo.

Escapar.

Largo es el futuro,
el más irreal de los tiempos,
y en su verbo,
largo será el futuro.
Construímos, nacemos, soñamos.
Ahora mi palabra es plural,
plural es mi vida,
mi soledad es incompleta.
Y en el porvenir nombrarte,
conquistarás también lo venidero,
ya dueña del pasado,
el lejano y el cercano,
y del presente si existiera,

que es sueño, que es teatro.


Mas no hay promesas,
no hay conjuros.
Hay vida.
No quiero protocolos,
aterrado por tanta ley,
no quiero mi amor atado,
lo quiero libre, tan solo sujeto a los besos.
Si mi vida ya se enrosca en la tuya,
si mis recuerdos son tus ojos,
veo por ellos más que por los míos,
¿por qué no gritarlo al viento?

Cada flor serás tú,
todo recuerdo será tuyo.
Tú, sin razones,
y a cada instante, amar.
Los besos serán nuestros,
nuestras las noches,
los sentimientos comunes.
Y este es un futuro,
díctame tú el nuestro.

Mi camino ya no será nunca más mío.
Teniéndote a mi lado será paseo,
sin tenerte será sendero que a ti me lleve.
Mi camino ya no cruzará más desiertos,
no acabará en más acantilados,
no se detendrá en más laberintos.
Serás, eterna, el faro que alumbre,
la sirena que me cante,
la ardilla juguetona que me acompañe.

O caminar y al final hallarte,
blanca, enjugando en lienzos mi sudor,
curándome en tu pecho mis heridas.
El camino ya no será nunca mi camino,
será para siempre tuyo.

SOBRE UNA MELODÍA DE PIANO

Ya no es mío el llanto que resuena,
ahora te has adueñado de la tristeza.
Siento en tu desdicha un puente,
en tu pena, una entrada,
mas renuncio a ese camino, 
lastrado de cadenas,
colmado de condenas.

Sin mi mano, 
alzando de tu pecho la altura de tu alma,
has hablado: 
"Mis heridas ya no son tus heridas,
quedan solo para mí".
Y has roto el embrujo,
quebrado el sortilegio.
Has enseñado, mujer,
que es posible tenerte,
cuando tú te das,
gozarte,
si vuelas,
poseerte, 
si eres libre,
tenerte, 
si tú tienes.

De torpes prisiones,
mujer,
has quebrado la jaula, 
y has partido.

Ni siquiera soy nadie en estos versos de tu poema.

Libertad.

Y el sueño se forja,
en el yunque de una camisa de cuadros,
en la música de un piano,
en todo lo vivido, y en nada,
en la sola brisa del anochecer bajo palmeras.
Y una serpiente me recorre,
Shakespeare nos emboba.
Y siento que debo callar,
oir el pulso de tu vida,
buscar el compás de tu aire.
Es momento de hablar así,
callando, callando, ¡shhhh!.
De soñar y gritar.

Libertad.

Amiga, digo,
y siento la palabra amiga.
Amiga, repito,
y su música tiene otra voz.
Suena a una carta, 
a una cena, al río.
Es una canción con tu piel, 
que si roza mi piel,
mantiene su timbre.
Es en mis desafinadas notas,
es en mi piel,
en su escala diatónica,
donde es milagro la armonía.
Y mis teoremas, y mis artificios,
cobran significado.
Ahora ya no soy casi yo,
soy un instante antes,
soy el momento anterior.

Y tú, casi dormida,
suspirando el Carpe Diem,
abrazada al tiempo traidor.

Y yo,
buscando la música,
acogido a un ritmo bepop. 

martes, 21 de marzo de 2017

A CIEGAS

Y, cuando en el postrer momento,
antes del fin del camino
miremos hacia atrás.

Y cuando lleguen las sombras,
antes del fundido en negro,
y abandonemos la estancia.

Y cuando nos guardemos el adios,
tomemos nuestras manos
y dejemos atrás la última pisada.

Y no sabremos si cantaron nuestra canción,
si entonaron nuestra música, si
en ella, en otra, en otras,
estuvieron nuestros desaires y nuestros besos,
nuestras miradas, caricias y golpes,
los sueños, las amarguras y los destierros,
los años en blanco y los fecundos,
la ira, la rabia, el esfuerzo,
algún anhelo,
algún amor perdido,
algún secreto,
algún pecado, 
días de sol y olas,
días de viento,
el picor de las ortigas,
los poemas o las esperas en salas de hospital.

No sabremos si fueron, apenas,
como las lágrimas en la lluvia de un replicante,
las vibraciones en la cuerda de uno de los tiempos
o las escamas de sal de Edith.

No sabremos.
Y ya no sabremos más.