jueves, 4 de septiembre de 2014

GOLPES

Sobre el pequeño camino mis hijas mantienen el equilibrio,
se balancean sobre dos ruedas.
Babor, estribor,
babor, estribor.
Babor...

Es también un barco esta bicicleta que manejan,
es el mar, un asfaltado brazo de mar,
este lugar en el que sueñan ellas.

Y el horizonte hacia donde van
se compone de éter y ensoñaciones;
lo que ven más allá de este parque,
más allá de estas fronteras.

Mi hija quiebra el manillar nerviosa e insegura,
y mantiene que antes que la recta está la ondulación.
Mi hija, sale del camino,
entra, sale, entra…
Y así, en un bucle infinito de apenas media hora.

Y ambas caen,
se golpean,
se hieren,
lloran.

Y yo caigo con ellas,
me golpeo,
me lacero,
callo.

Sobre el parque sus llantos y sus lágrimas
son apenas nada.
Sobre el parque mis consejos iniciales,
mis enseñanzas, parecen no crecer.
Sobre el parque soy nervio y alegría,
notario y tristeza.
Padre y ciclista.

Los golpes, las heridas, el equilibrio,
el pantalón roto,
la mano desollada,
la rodilla marcada,
amplian su camino;
y allá en el confín del parque
veo como golpe a golpe, pedal a pedal,
mi hija y mi hija,
avanzan hacia ese lugar,
pequeño lugar de la infancia,
al que solo se va en bicicleta.