sábado, 14 de octubre de 2023

HACIA LAS SOMBRAS

Imagina que habito en las sombras, 

en donde algún día, seguro, habitaré, 

¡imagínalo!. 

Imagina como quieras mi marcha, 

súbita, lenta, inesperada, sutil,

¡olvídala!.

Olvida cómo me he ido, 

borra mi adiós, 

no lo recuerdes para que yo no lo recuerde. 

No traigas sombra a mis sombras, 

ni portes pesar a esta orilla del río, 

no traigas frío a las penumbras de mi alma. 


Imagina que partí en una mañana de luz, 

con el equipaje necesario y dinero en los bolsillos, 

olvidando a posta el reloj. 

Sueña que es una aventura más, 

caminar y correr por otros senderos, 

no muy lejos, 

tan solo al otro lado de lo que ves. 

Inventa para mí una historia, 

reordena el pasado con algunos recuerdos, 

tacha lo amargo, tapa lo triste, 

pero no lo borres porque también fueron yo.


No me hagas más alto, ni más bello, 

ni tampoco mejor, 

hecho de barro, lodo y sueños,

en desigual reparto ganado por el fango.

Aprecia tan solo que vivimos,  

juntos, enamorados, cosidos, 

manchados de ese fango, vivimos.   


Haz pequeñas esas cosas que recuerdes,

visítalas en la mañana como un álbum de cromos;

ríete entonces y acaríciame con tu risa. 

Come y bebe por ti, por placer, 

y, alguna vez, sopla un aliento de alcohol, 

un viento de madera y roble,

de albahaca y mar, 

y déjalo volar, como humo, 

porque como humo ha aprendido a llegar a la sombra, 

y a llevar aliento de pan y sal. 


Yo creo saber que habrá oscuras vaguadas, 

líquidas oscuridades y llanas umbrías, 

y algunas oquedades. 

Yo siento que me habré de esconder en alguna, 

y esperar a un momento,

aguardando una clave que desconozco, 

pero así lo haré, 

porque es así, absorto, desconectado, 

simulando estar sereno,   

como entro en el mar,

y así me adentraré en la nada.


Allí donde espere me gustará oir música, 

escuchar algún poema, alguna voz. 

Que no me alcancen los lamentos, 

que no me acuchillen aullidos, 

si acaso que me llueva alguna lágrima,

de verdad, de amor, 

de tarde de domingo en el cine. 


Hazme sentir un caminante de allende la ribera, 

tan solo eso,   

alguien que va hacia las sombras, 

solo un caminante. 


(Fac me sentire sicut ambulator extra litus, 

id est, 

qui ad umbras vadit,

iustus ambulator.)

viernes, 19 de febrero de 2021

CADA DÍA.

Cada día desperdicio el alma nueva que estreno a la mañana.
Cada día.
Cada día nace un poema incompleto.
Cada día.

Cada amanecer es más oscuro aunque me vista de luz.
Cada noche viene con más peso de tristeza y es más espesa su neblina.
Cada día es más un camino a cada noche.
Cada día.

Una vez cada día, una vez tan solo, me siento un hombre nuevo.
Luego, mil salvas de tristeza, millones de timbres de teléfono,
cientos de papeles amarillos y óxido de hierro me fusilan.
Cada día.

domingo, 14 de febrero de 2021

MÁS ALLÁ DE LA MATERIA.

Un sueño.
Mi realidad es un sueño,
y ya no es amargo,
ya no es mi negrura interior,
ahora soy mitad
y siendo mitad soy todo.

Vivo en las pasiones certeras,
habito en la calidez amable,
mi cobijo son tus brazos
y mi reposo es tu beso.
¿Dónde estabas en los ayeres mortales?

Tu respuesta es una mirada,
y tú, aun inocente, la bondad.
Apagas no solo mi sed,
sosiegas mis agobios,
apaciguas mi inquietud
y de ti vivo
y de ti, me alimento.

Junto a ti aprender,
¿qué son los nombres sin ti?,
contigo sé que son personas.
Contigo sé que calor,
más que concepto, más que fonética,
es una sensación,
sin ti, inconcebible,
sin ti no sabré lo que son las cosas.

Y aprender lo que se olvida,
a amarte.
A ser, si tú me necesitas, roca,
a darte si tú lo pides, calma.
Sabré retirar tus penas como espuma,
y frenar un viento en tu alma,
llamar a la nube borradora de tristezas,
ser para ti hombre, 
hombre y nunca macho.

¡Anda!, viérteme dentro de ti,
enreda mi aliento con tu pelo,
descúbreme, rompe mis normas,
cautívame con tu complicidad,
y algún día levántame amante.

Quizás busque tu piel,
y no la sienta.
O busque tus ojos,
y no los vea,
porque lea tu mirada,
porque me acaricie tu alma,
ande tras tus pasos,
y no los alcance,
sin darme cuenta de que nunca me dejan.
Mire tras tus lágrimas,
y no me mojen;
sin embargo, en su baño,
encontrarte.

Detrás de tu piel, de tu cabello,
del hogar de tus pechos,
del anhelo de tus labios,
no encuentro materia.
Te hallo a ti.
A ti.


M

Mil veces en los últimos mil días,
mil veces, te he mirado.
Una, al menos una vez, por cada otra
en la que no pude, no supe, mirarte.

Te he mirado a escondidas, 
huidizo, en silencio, indigno, 
cuando, sin verme,
atendías el teléfono, 
cuando a mí lado dormías,
en los momentos en que te abandonas de mí.

Buscaba mil motivos,
mil razones, 
y he visto, 
mil razones en tu rostro, 
mil motivos en tu piel,
mil motores en tus manos.

Y encontré las mil razones,
en mil miradas, en mil días,
de mil miradas furtivas, 
para enamorarme mil veces mil.

sábado, 2 de febrero de 2019

CREDO DE LA MIRADA

Creo en tus ojos,
no lo dudes,
creo en ellos más de lo que creí en nada.

Creo en su círculo perfecto,
en sus diferentes anillos
y en sus tonos ocres y pardos de café.

Creo en el núcleo negro de tu ojo izquierdo,
y en el negro núcleo de tu ojo derecho,
en el negro fondo de ese núcleo,
el que lleva a un alma blanca,
profunda y plana,
con algún color de esmeralda,
como el que rodea tus ojos,
como el que pinta tu mirada.

Creo en tus ojos,
porque no creo en tus gestos.
Creo en tus ojos,
porque sé que cuando no los miro,
me miran, me empujan,
a la mirada, a la creencia,
al perdón por los desaires,
al perdón por ser tuyos,
por ser los ojos de alguien,
a quien mis ojos,
mis gestos, mi credo, no le dicen nada.

Creo en lo imposible,
y se ha dicho:
en un ojo pardo,
rodeado por un verde anillo,
con una negra pupila.
Creo en ese ojo,
y en su gemelo.
Creo en ellos como creí en Dios,
en un dios inaccessible,
cruel, vengativo.
En un dios que me decían que me miraba,
siempre, immortal, evieterno.

Y así siento yo tu mirada,
eterna, cruel, permanente,
de ausencia, de desprecio.

Y así creo yo en tu mirada,
en la oculta mirada de tus ojos,
en la ocre mirada miriada de un verde imaginario,
que desdice a la voz de adiós de tu boca,
al gesto indiferente de tu cuerpo,
con una profunda y coqueta dilatación,
imperceptible, enorme,
balcón que conduce a tu piel,
a tu lecho, a tus senos.

Y así creo yo en ellos:
tus ojos, tu lecho, tus senos;
porque nunca, sin tus ojos,
existirán ni el balcón de tu alma,
ni la escala hacia tu lecho.

Porque yo creo en tus ojos.
Lo juro.
Creo en ellos porque ellos no me ven.



viernes, 19 de enero de 2018

SIN NOMBRE

Los asesinos no tienen nombre.
El metal de sus triángulos escalenos,
la argentina bala certera,
los filamentos rugosos de la soga,
su marinero nudo,
no tienen nombre.

El sucio tendero de muerte
posee un catálogo sin nombres,
un muestrario de daños,
un recetario de heridas
al que asoman, frías,
heridas púrpuras en blancos pechos,
cráneos huecos y cárdenos,
entrañas divididas, lacerados hombros
y manos cercenadas;
horrores, horrores, horrores...
sin nombre.

La triste, hermética, aséptica, funeraria
tiene una página web,
triste, hermética, aséptica;
una lista de soles y de nubes,
de tierras y de urnas,
con un código oculto,
de llorosas madres y padres temblorosos,
de hermanos mudos,
de cervezas olvidadas sobre la mesa,
de ristras de pastillas de colores,
y estas, estos, esto existe sin nombre.

Los asesinos siguen sin nombre
mientras la tierra del camposanto
añora al viento arisco que mece las cenizas,
al vendaval mágico,
a la lluvia incansable madre del lodo,
barro eres, del barro nacerás,
susurran las plañideras,
y con ese golem sueña la tumba,
acostada con una lápida sin nombre.

Tu nombre sí es un nombre,
tu nombre sí tiene nombre,
le da nombre a tu rostro,
y al leve olor a ti dejado en la almohada,
le da nombre al innombrable vacío del sofá,
al lugar de la mesa donde se sentaba tu nombre.

Los asesinos no tienen nombre,
tu nombre apaga sus nombres,
tu sueño esconde sus iras,
tu adiós lleva tu nombre,
y lo susurra al viento,
lo acuna al alba
y lo protege con silencio.

No pronunciaré tu nombre,
no te llamaré más en voz alta,
para que tu nombre no se manche
con la plata y el metal mortíferos.
No te llamaré más en voz alta,
para que tu nombre viaje,
allá donde viaje,
libre de nombres.

viernes, 29 de septiembre de 2017

EL FUTURO DICTADO.

Es etéreo el recuerdo de la espera,
tortuoso, vapor de sueño,
hasta alcanzar tus espirales.
Cada noche fue una muerte,
que ahora ha mudado en insomnio,
en estudio sobre un lienzo de algodón,
bajo el flexo de la luna,
para aprenderte.
El segundo resbaladizo ha sido vencido,
la flecha del tiempo
y el pasado inventado,
se funden en lo eterno.
Amamantaste mi desdicha,
y yo de ella bebí,
construyéndote en cada giro,
anotándote en cada palabra.
Amándote en cada poema,
mi camino se fue enderezando.

Etapas, estaciones, viajes.
Cada vagón era un infierno,
cada acompañante una rémora.
Cualquier oscuridad, perderte.
Un tren infinito cruzando la tundra,
era el infinito de mi alma.
Castigada, desterrada.
Un purgatorio voraz.
Un luz proyectada tu deseo.

Escapar.

Largo es el futuro,
el más irreal de los tiempos,
y en su verbo,
largo será el futuro.
Construímos, nacemos, soñamos.
Ahora mi palabra es plural,
plural es mi vida,
mi soledad es incompleta.
Y en el porvenir nombrarte,
conquistarás también lo venidero,
ya dueña del pasado,
el lejano y el cercano,
y del presente si existiera,

que es sueño, que es teatro.


Mas no hay promesas,
no hay conjuros.
Hay vida.
No quiero protocolos,
aterrado por tanta ley,
no quiero mi amor atado,
lo quiero libre, tan solo sujeto a los besos.
Si mi vida ya se enrosca en la tuya,
si mis recuerdos son tus ojos,
veo por ellos más que por los míos,
¿por qué no gritarlo al viento?

Cada flor serás tú,
todo recuerdo será tuyo.
Tú, sin razones,
y a cada instante, amar.
Los besos serán nuestros,
nuestras las noches,
los sentimientos comunes.
Y este es un futuro,
díctame tú el nuestro.

Mi camino ya no será nunca más mío.
Teniéndote a mi lado será paseo,
sin tenerte será sendero que a ti me lleve.
Mi camino ya no cruzará más desiertos,
no acabará en más acantilados,
no se detendrá en más laberintos.
Serás, eterna, el faro que alumbre,
la sirena que me cante,
la ardilla juguetona que me acompañe.

O caminar y al final hallarte,
blanca, enjugando en lienzos mi sudor,
curándome en tu pecho mis heridas.
El camino ya no será nunca mi camino,
será para siempre tuyo.